Mirad: un río,
la movilidad, el curso del barroco no suntuario,
la rebelión no admite límites,
sube o baja porque niega lo inverosímil
y supera el estremecimiento de la lógica ante la realidad,
no hay nada que no tenga cabida en su fluir, el aire,
el cielo. los insectos, su ambición fotográfica,
el propio desasosiego de ponernos frente a la plenitud
donde la abundancia radical supera el angular de nuestra mente
y arrasa la indefensa arquitectura
sometida a los cánones de un orden,
Heráclito fue su delator, le acusaron los siglos de ambicioso
y acabará arruinando la sensación de eternidad
al proponernos su verso interminable como ejemplo
de lo que está quieto y en marcha.
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