Debo haberlo soñado, vi arena caer,
acaso arena esclava, esa que el reloj emplea para medir el tiempo,
caía como lluvia al otro lado del cristal, como espejismo
fruto del calor exagerado del desierto, o como anáfora
para lectores no habituados o quizás como margaritas
salpicando la hierba que separa las roderas del camino,
algo común y sin embargo muy difícil de precisar,
la temporalidad es como el agua vista por Heráclito,
a él le daba igual y cada día se acercaba al río a investigar,
regresando a su casa con buen ánimo, incluso se sentaba
a fumar un cigarrillo en el zaguán,
yo no consigo liberarme de ese pegajoso hormigueo de las piernas
y apenas logro conciliar el sueño si no escucho la voz
que susurra con tono profesional y amable: sigue, sigue así,
mientras te sigas atreviendo es que aún existen garantías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario