Pensé en alguien vestido de mujer siendo mujer,
el aura de la ropa que predispone a paz,
no el tintineo de la cota de malla o el diseño industrial
que simplifica cualquier indumentaria
sin importar quién va a vestirla, y pude ver
cómo sufre la flor la impertinencia de la brisa, así agitada
muestra más sus virtudes, lleva el atuendo que ha de resistir
hasta que el otoño imponga el cambio de color,
en ello vi conformidad, se cede la iniciativa a la pobreza
para que ella decida cuál es el mejor perfil,
el toque femenino de la confección coincide
con la inesperada primavera
cuando en el prado suenan las campanillas amarillas
y los grillos cosen al tun tun la tela verde
para una fiesta de disfraces.
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