Todo un arsenal,
una herramienta líquida floreciendo en los labios,
no es el esmalte ajado de la sonrisa, ni el ropaje
travestido de una obligada cortesía,
empuje y convicción del habla no pensada,
la que asoma en lo verde del manantial y va mojando
con su rumor el cuero tenso de la conversación,
regulará las pausas, los acentos,
labrará paso a paso los escalones del sentido,
tú pregunta, pregunta al aire
y verás cómo acude con un millar de soluciones.
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