domingo, 20 de agosto de 2023

Después de muchos años recuperé aquel libro, con subrayados, sus márgenes con notas, la pluma de abubilla como registro de lectura y el corazón sangrante de una historia sin principio y sin final, escrita a lápiz en las hojas finales con olor a polvo y salpicadas de gotas de café

 



Para paliar los daños

de una adolescencia agudizada

me regalaron en cumpleaños un separador de edad,

creo haberlo usado bien pues sigo vivo

tras haber registrado mil patentes

de resistencia al envés frío de las hojas de otoño,

no hay manzanas de sabor, ni brillos de oro

para premiar a la deidad más bella

ni la savia agridulce de la sabiduría,

pero quedan los ojos con la piedad de sus telarañas

para endulzar las asperezas del esparto final

y su rasposo apocalipsis.



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