martes, 22 de agosto de 2023

Hasta aquí llega el olor, todavía la piel tiene memoria del furor del frío, del alambique de la nieve rodeándonos con su serpentín de brillos, de vez en cuando una púa de guitarra punteando la pereza del reloj en horas bajas, y el sarpullido de una cascada irreverente que nos hacía resbalar en las baldosas de la entrada

 





Cuento las patas

de la gran oruga del viaducto, leo 

su réplica en el agua, una página

sin escribir, callada y alta como un águila

que se eleva en las térmicas del aire,

se huele el ardor blanco de la cal, su ph de alquimia,

antes había muchos caleros por aquí, 

la piedra horneada se inflaba como un pan 

y se hacía nieve entre las manos 

usada como alivio contra los sabañones,

pintábamos los zócalos de blanco endulzado con azulete 

y luego

nos sentábamos a ver pasar los animales

como sombras calientes escapadas

de una película del oeste.


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