domingo, 13 de agosto de 2023

Hasta el puente llegaban los sonidos rojos de la fragua, y los azulados, y los más oscuros, que rivalizaban con el cobre en armonía y en color; del yunque iban goteando esquirlas de metal rojizo que al llegar al suelo ennegrecían y provocaban ese olor tan acre de los accesos a las minas o a las portaladas del infierno

 




Él alzaba la lona

y ponía la palabra en alto, como un trofeo,

iba mostrándolo de pueblo en pueblo

con la constancia de un maestro y recibía la limosna

de una caridad con liendres,

el prurito le recorría la cabeza

y le ayudaba a apaciguar los pensamientos sépticos,

de nada serviría la ablución,

el agua regresaba a tierra sin escuchar arengas

                                          ni detenerse en rogativas, 

completaba un estricto código de higiene

que facilitaba la pronunciación de consonantes líquidas,

pero un hilo de baba apenas perceptible recorría su mentón,

descomponiendo su perfil de mensajero

y acababa enrolándolo en el menguado ejército

de la mendicidad.

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