jueves, 31 de agosto de 2023

Enfilo la campiña helada en las afueras del poblado, aquí y allá los cráteres de los obuses han dibujado un mapa de amenazas, suena lejos el alarido negro de una sirena, nadie a la vista, ni siquiera un perro merodeando entre el escombro; alguien aprovecha este colapso para examinar su aspecto en el reverso de una lata vacía de membrillo

 




Ven por este lado, el olor reluciente

de las gotas de rocío hacen el sendero practicable,

las hierbas altas se cargan con la luz y alumbran

igual que picos de candil,

cuando  regreses no dejes que el calor penetre

en la intimidad oscura de la alcoba,

cierra bien las contras y observa en el trasluz de la madera

el furor de brasa de los nudos con resina,

tiéndete en la estera de la meditación a escuchar el palpitar del tiempo,

puedes contar hasta doscientos oyendo el grifo mal cerrado

y ver en la penumbra cómo una lanza de polvillo de oro

se va hundiendo en la garganta del dragón

como cuando asistías a las clases de biblia y catequesis. 

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