sábado, 19 de agosto de 2023

Los primeros signos de escritura pudieron ser los hoyos que dejaban en la tierra las varas de autoridad cuando la tribu se ponía en marcha; podían ser propuestas de amistad o declaración de hostilidades, dependiendo del ánimo templado o temeroso de quien las interpretara, igual que hoy nos ocurre con las retóricas parlamentarias

 




El gran asombro viene de la niñez,

la ignorancia se interna en un jardín anochecido,

un pozo con la luz entubada como fiera

que la hondura intentará amansar,

a él se asoma el cielo con su azogue temblón, 

y acabará transformándose en moneda 

sobre el ojo de la curiosidad difunta

para cumplir con el peaje hacia la sabiduría,

suplantando a los dioses y proponiendo un mundo diferente

donde lo único salvable sea el asombro.

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