Herboso por el borde si lo adorna el rocío,
una sola gota polarizada con la luz,
abriendo al sol el abanico de las coincidencias,
reverbera su nombre, acude a él la abeja,
su perfume es gramatical aunque alejado de la escuela,
con él se puede alzar la gran cortina que separa de la profanación
lo sacrosanto,
una madera imaginaria, el árbol oriental
que las olas trajeron como barco sin tripulación,
fue venerado como un dios, ligero, silencioso,
consagrado a albergar el manantial de la escritura
desde el corazón oscuro del grafito,
es sándalo y dormita en un contenedor en un puerto del norte,
su destino la fábrica de lápices Faber Castell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario