lunes, 22 de enero de 2024

Cualquier estalactita toma la voz del agua y en su acento siempre será reconocible el residuo calcáreo de la roca que se dejó invadir como una madre para que algo diferente al agua y la caliza pueda trasmitir conocimiento; desde esa alquimia congelada es más fácil entender los otros modos con los que la realidad se manifiesta

 




Igual que aves marinas volamos al encuentro

de un peñasco escrito con guano blanco y escarificaciones

de fiebre tropical, en él aguardan 

como una enfermedad en pausa todos los sueños

de los antepasados, unos ojos abiertos,

las valvas de un marisco intemporal,

el pelo blanco de los dioses del mar y algas moradas

que mantienen su temperatura estable todo el año,

un corazón con sangre de verdad y el arrastre

asordinado de las olas que recuerda el fluir de las nereidas,

qué roca era su frente, desde qué refugio nos llegará su voz,

sus días evaporados como niebla a qué desierto llegarán

transformados en lluvia,

su cuerpo entero debería estar ahí, visible con la bajamar,

abierto a especulaciones visionarias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario