viernes, 5 de enero de 2024

Verás, llevamos muchos años tomándonos el té sobre la tapa del brocal; hay círculos antiguos en la chapa y los gorriones suelen comerse las miguitas de las pastas con que adornamos el final; nunca se ha cuestionado entre nosotros esta incómoda costumbre, la mantenemos sin variar como si el pozo en realidad fuera una mesa; lo del candado es cosa mía, una vulgar superstición a la que profesamos un respeto

 




Te diría: a ese pozo ni te asomes,

no más sed animal, si acaso altiva y elegante,

no más sondeos en la plata con el cielo allá abajo

desplomado y pidiéndonos ayuda,

para qué serviría convocar el sur 

abriendo un agujero a los antípodas,

no haré nada por rescatarte si te caes,

me gusta verte así, redonda, oscura,

igual que una moneda de valor incierto,

a esa distancia ya no hay metros que separen,

hay eternidad y acaso miedo,

se forma un tubo de succión 

y nos convoca en el brocal la no escalera, 

lo milagroso en blanco y negro, como ese cuadro de Jacob 

que finge el sueño para que Ribera tenga tiempo

de pintar a los ángeles,

nada hay tan vertical como la niebla que desprende dios,

por eso no te asomes, hazme caso, no vayas a encontrarte el alma

de tu oponente ardiendo como si fuera un ángel malo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario