Se aprende pronto a respirar,
el aire llega con acento extranjero, pulsa
la tablilla flotante que en la puerta hace clac clac,
todos entendemos ese idioma,
nos acercamos a la entrada
y al pronunciar el buenos días
le franqueamos los pulmones,
le recibimos como a enfermo,
la extranjería siempre fue considerada
una curiosa enfermedad.
le instalamos en la alcoba de arriba
donde solemos poner a madurar
las manzanas de otoño,
por eso ese perfume de convaleciente
cuando sale y se pierde
igual que el humo entre los árboles,
con esa tosecilla persistente
de los afectados por la edad.
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