martes, 9 de enero de 2024

Issa "vagaba por el techo del infierno cogiendo flores"; cuando terminó su recorrido se miró las manos, vio en ellas sólo sangre, ni un signo compensatorio por su labor; tal vez creyó que su trabajo sería considerado meritorio por la usencia de ambición o por la manifiesta inutilidad de tanto esfuerzo; lo cierto es que llegó al final sin flores, pero dejó el techo del infierno con tantos agujeros que era posible vislumbrar algo del cielo

 




Recopilé el estorbo

que la naturaleza ofrece por oficio

en forma de nobleza elemental:

flores, aromas, sensaciones,

también ese dolor inseparable

del aguijón de las espinas,


el verano acabó y de la cosecha

queda un oro molido que no siempre

alcanza los quilates requeridos

para acogerse a ley,


no hay nada que objetar,

se puede estar ahí y, aún coincidiendo,

no conocer el otro lado,


a veces la verdad también se esconde

tras el disfraz de la ignorancia.

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