Salí al campo con cuaderno y lápiz,
tomé notas, dibujé, reduje a oración simple
un rompecabezas de frondosas ramas verdes,
identificaba los colores con un signo
convencional y la vitalidad con una línea
que llegaba hasta el borde de la página,
apareció una vaca y se quedó mirándome,
en sus ojos oscuros pude ver un singular horóscopo:
me quedaría sin trabajo, mis latidos reducirían su frecuencia
lo mismo que los cauces en verano, mis finanzas
deberían soportar la desnudez de los otoños,
y apenas podría hablar conmigo mismo utilizando
sólo palabras familiares, las extrañas
servirán para formar el crucigrama
de una biografía ya agotada.
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