Rogaré al sol que te acompañe,
tú sigue creciendo como si algo
elástico y aéreo
se hubiera instalado en tu interior,
en la pared del templo familiar
entre muñecos y árboles ingenuos
se pueden ver aún las marcas
de rojo almagre señalando
un firmamento adolescente que subía
como la espuma de una inundación,
se te quedaba corto el impermeable
entre lluvia de otoño y primavera,
tus cuatro alas asomando
con la ingenuidad de los dibujos
y el azul de un cielo cada vez más cerca
del salvaje adjetivo que inventaste
para explicar tu crecimiento.
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