lunes, 25 de marzo de 2024

Aquí sobran las jaulas, o están prohibidas o vacías, todo el aire para una eternidad amenizada por los pájaros; en ese círculo se habla de saturación, los estorninos del dolor urbano que dibujan una singular condena: has de mirar eternamente cómo se juntan y separan, has de conocer su número, si dormirán aquí o buscarán un bosque con árboles de piedra; Dante no se atrevió con ellos, ni el Bosco, ni Picasso que dibujó sólo palomas solitarias

 



Viven ahí 

adosados unos a otros como sacados de una fórmula,

se les oye respirar con ese ruido que los cardos hacen

al ser rozados por el viento, visten todos igual 

y a veces se confunden con las hierbas

que amenizan el borde del camino, 

nunca aprenderé los nombres de cada uno de ellos,

podrían ser nombrados como números, o no estar señalados

con una identidad postiza como la que otorgan los registros,

en sus ojos se repite el tono gris del plomo hirviente

capaz de producir la quemadura que deja el hierro de la propiedad,

no encuentro la manera de comunicar con ellos 

pero me ronda una pregunta: 

¿de qué color será su dueño?



Zona B:

Podéis abandonar cualquier esfuerzo por convencernos: vosotros no formáis un pueblo, sois el invento de un imperio con enfermedad en la conciencia; ser judío puede coincidir con una fe, no con una nacionalidad y menos aún con una etnia. O ¿acaso no habéis llegado desde países diferentes?




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