domingo, 17 de marzo de 2024

En la misma templanza de la pizarra dormida bajo el sol, en esos brillos de antracita pobre, sus aceites volátiles, sus ilusiones de aprendiz de combustible que no alcanzó la graduación, hay una deriva permanente hacia la nada que se ve llegar, andando, en coche o en tractor, pasa un fin de semana y abandona y se reincorpora dócilmente a la fritanga del asfalto




Para explicar este dolor

podría valer cualquier tristeza, (o similar) 

la vida silenciosa que se va por el sumidero, tal vez adiles

(o altiplano o simplemente yermo, rabia pacífica 

o sólamente rabia, sin adjetivo inútil),

nos hemos ido acostumbrando a las blasfemias

polícromas (o dóciles o escuetamente ricas y barrocas)

de los grafiti urbanos, ahora ya derivados al vacío 

de esa españa sin arar (o inútilmente enferma o sólo 

descatalogada y triste, con la misma tristeza

que habría de explicar este dolor),

pero temo que nadie entienda (o que nos dé pereza

o que desgraciadamente no sepamos mirar) 

esos colores ortográficamente dibujados

sobre la piel rasposa del cemento para que parezca terciopelo

(o nácar o marfil o figurada y torpemente

se aproxime al candor del alabastro).



Zona B:

El gobierno israelí ha condenado a muerte a miles y miles de niños, los ejecuta y seguirá ejecutando, luego los ignora, ni siquiera les da el valor de cifras. No le importa. Se sabe impune y se permite amenazar veladamente a quienes no coinciden con su planteamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario