Ya es mucho cargar con esta leña
monte arriba y con el viento helado por la frente,
pienso en el temblor rojizo de la llama,
su lengua amarillenta lamiéndome las manos
para hacerlas entrar en reacción, el agua puesta a hervir
para las sopas de ajo, y alguna bocanada de humo
negándose asumir el tiro de la chimenea,
la hora de cenar,
la noche picando en los cristales con el hambre
de los desheredados, -¿no vas a permitirme entrar?-
el sueño ya está dentro con maneras de gato
que prepara sus uñas para defenderme
del miedo que suele esconderse debajo de la cama.
Zona B:
Qué dirá ese libro de tapas negras sobre el mal olor que sube del escombro? También eso se considerará holocausto, ofrenda incinerada en el altar de un dios sectario?
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