miércoles, 6 de marzo de 2024

Así se desdoblaba el vendaval soriano de la Madre Agreda para rellenar los desvelos del rey, estando aquí y allá a la vez, deshojando la margarita del amor para curar el miedo, sin perder la inmovilidad de las estatuas, aunque dejando un panorama de aniquilación humana para que también brillara el oro falso de un reino sin remedio

 




Detrás de ti sólo el tornado

de las hojas doradas del otoño,

se ve en el aire tu oxidado perfil de polvo y fango,

el remolino vertical de un alma que no encuentra

                                               cobijo para su estupor,

es sólo una voluntad erguida

que aspira a perforar los techos azulados de la noche

                                        para que asomen las estrellas, 

que no falte esa elemental coreografía,

luego, sí, 

todos sabemos en qué termina todo, los anuncios

en el televisor, las horas ciegas de una realidad

sobrevolada por el tornado de oro y una música

de tan elevada toxicidad que puede

dejar en coma lo que queda sin contaminar de tu cerebro,

tú procura volar alto, más alto incluso que el tornado

y cuanto todo pase

párate a mirar la destrucción, el místico arrebato

que te hace avanzar sin que los pies apenas

lleguen a rozar el suelo.



Zona B:

Que el gran verdugo se haga leer una reciente historia y considere que podría repetirse el él lo que en ella se narra: otro verdugo disfrazado al que unos ángeles de hierro secuestraron de su refugio austral para juzgarlo a plena luz y con su nombre.

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