G tiene ahora mucho sueño,
lleva demasiadas horas vigilando la nieve,
mira cómo cae y lo hace con dedicación escrupulosa,
se pregunta: no habrá un copo negro? en los libros
se dice que el color depende de la luz,
cuando los objetos no reflejan puede aparecer lo negro,
G sube la apuesta y cada día prolonga un poco más esa vigilia,
por eso está cansado, se le quedan los párpados a medias
y su atención resbala como una gota por la superficie del cristal,
su fe se desorienta, no existen los colores, lo atestigua
Elizabeht Bishop como embajadora de la física,
-como poeta no está tan segura-,
y qué hará G,
renunciará a seguir tras el cristal?
está ya muy mayor para esta disciplina y al igual que Elizabeht
no piensa defender esa teoría singular
por los paraninfos de esas fundaciones culturales
que dan mal de comer y te despiertan
en plena siesta para proponerte nuevas giras,
G tiene delante
un informe clínico muy breve: un glaucoma
intenta remontar las cataratas del gran río
como el viejo salmón que ha regresado a desovar
en el frezal de la diabetes de sus antepasados.
Zona B:
Para qué esas vallas coronadas de púas y cuchillas de tantas y tantas religiones si no nos hacen más humanos y felices; o acaso ser humano significa eliminar al semejante para instaurar un monohumanismo de pantufla? Los primates nunca han sufrido de este mal.
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