viernes, 1 de marzo de 2024

La adoración sigue colgada de un olivo viejo, las manos juntas aunque atadas atrás, como las de los asustados por la acción de la justicia; nada tuvo ella que ver en el asunto, ni miró ni vio, se limitó a adorar como los ángeles, como aprendió desde la escuela en los libros miniados que nunca le dejaban ver; ella de lejos adoraba con la febril ensoñación de los que tienen hambre y sed y necesidad de una justicia que sin saber leer traduce el canto de los pájaros

 




Conocí unos pájaros 

que buscaban a dios en los excrementos de los elefantes, 

una simple semilla protegida por la bendición de la quitina

podía soportar una agresiva digestión 

y tras superar el tránsito por la oscuridad penitencial

salir al sol como arrancada de la muerte, -igual que Lázaro-,

dejarse entrevistar para la catequesis de los telediarios,

decir calígine en pleno mediodía sin parpadear, 

como tocada por la gracia y aplicarse de nuevo 

a su antiguo oficio de crecer, multiplicarse y llenarlo todo

sin que ello supusiese modificar en nada su tamaño.

Los pájaros habrían de buscarse el alimento

en los campos de Job, el providente, que entró y salió

desde lo oscuro, dejando un diezmo para aquellos 

que ni siembran ni siegan pero cantan 

en la intemperie hospitalaria de los estercoleros.



Zona B:

Se mueren de hambre, en Gaza los niños mueren de hambre, el cinismo del gobierno nazi de Israel no deja que lleguen alimentos; luego irán a Eurovisión y cantarán un salmo para que la conciencia de occidente pueda conciliar el sueño.

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