Conocí unos pájaros
que buscaban a dios en los excrementos de los elefantes,
una simple semilla protegida por la bendición de la quitina
podía soportar una agresiva digestión
y tras superar el tránsito por la oscuridad penitencial
salir al sol como arrancada de la muerte, -igual que Lázaro-,
dejarse entrevistar para la catequesis de los telediarios,
decir calígine en pleno mediodía sin parpadear,
como tocada por la gracia y aplicarse de nuevo
a su antiguo oficio de crecer, multiplicarse y llenarlo todo
sin que ello supusiese modificar en nada su tamaño.
Los pájaros habrían de buscarse el alimento
en los campos de Job, el providente, que entró y salió
desde lo oscuro, dejando un diezmo para aquellos
que ni siembran ni siegan pero cantan
en la intemperie hospitalaria de los estercoleros.
Zona B:
Se mueren de hambre, en Gaza los niños mueren de hambre, el cinismo del gobierno nazi de Israel no deja que lleguen alimentos; luego irán a Eurovisión y cantarán un salmo para que la conciencia de occidente pueda conciliar el sueño.
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