Queda polvo en el aire
de ese continuo roce de los días,
si después de treinta años, de cincuenta,
sigue siendo de oro y la penumbra
reluce a ratos con un soplo de iluminada cortesía,
si la brisa insufla en los visillos el lenguaje
de un abanico mensajero es que aún nos queda
combustible para las veladas del invierno,
no hay que detenerse a darle un nombre
por más que su semblante nos conduzca
a un parecido familiar, en eso está la gracia,
que parezca que ya se está apagando la llamita
de aceite en el candil y sin embargo
se vea todo iluminado con franciscana suficiencia,
sin resplandores incendiarios precursores
del deslumbramiento que antecede
a la oscuridad final.
Zona B:
De vez en cuando el ser humano pone de manifiesto la irracional dialéctica de la ley del más fuerte. Sobre todo cuando se sabe impune: a Pearl Harbor sucedieron las bombas de Hiroshima y Nagasaki contra una población civil; a la vileza del ataque de Hamás, la destrucción del reducido espacio vital de todo un enclave palestino. A Truman nadie le juzgó; a Netanyahu ya veremos. Pero el imperialismo sigue ahí.
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