viernes, 15 de marzo de 2024

Llega el tiempo ligero de la flor de la acacia, el canturreo de su aroma por la acera; pájaros buscando material para tejer el nido, algún pito real soltando el látigo de bolas de su canto, siempre camuflado en la corteza de los pinos; y la pereza de los días que poco a poco van alargando su vigilia hasta completar los tres cuartos de esfera de luz solar allá para sanjuan

   





Queda polvo en el aire

de ese continuo roce de los días,

si después de treinta años, de cincuenta,

sigue siendo de oro y la penumbra

reluce a ratos con un soplo de iluminada cortesía,

si la brisa insufla en los visillos el lenguaje

de un abanico mensajero es que aún nos queda

combustible para las veladas del invierno,

no hay que detenerse a darle un nombre

por más que su semblante nos conduzca

a un parecido familiar, en eso está la gracia,

que parezca que ya se está apagando la llamita

de aceite en el candil y sin embargo

se vea todo iluminado con franciscana suficiencia,

sin resplandores incendiarios precursores

del deslumbramiento que antecede

a la oscuridad final.



Zona B:

De vez en cuando el ser humano pone de manifiesto la irracional dialéctica de la ley del más fuerte. Sobre todo cuando se sabe impune: a Pearl Harbor sucedieron las bombas de Hiroshima y Nagasaki contra una población civil; a la vileza del ataque de Hamás, la destrucción del reducido espacio vital de todo un enclave palestino. A Truman nadie le juzgó; a Netanyahu ya veremos. Pero el imperialismo sigue ahí. 



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