martes, 12 de marzo de 2024

Fabricaré unas alas con plumas muertas a las que insuflaré una vida nueva, las uniré a tus hombros con la cera que custodió la miel de la ambrosía; tú gobernarás el viaje, conducirás el carro de tus ansias lejos del sol; el laberinto quedará muy lejos y la posteridad seguirá hablando de nosotros incluso cuando hayamos muerto

 




En la asolada ermita

rescatada de su servidumbre medieval

reinaba un solo rayo de sol, entraba por el ajimez del este

igual que las golondrinas anidadas bajo el escalón de la cornisa,

un oro impropio de aspecto mendicante

perduraba a tramos en el nimbo del fondo,

y unas formas atormentadas por la fiebre del románico

palidecían sobre la cal del muro,

con su diestra alzada el pantocrátor de proporción apocalíptica

impartía una cruz sobre las sombras, sus ojos eran dos antorchas

de fuego oscuro dibujadas sobre carne rosa, inapropiada

para la majestad terrible del misterio,

todo ello suspendido del azul hipnótico de un cielo

donde las estrellas tiritaban lo mismo que las manos del pintor,

tal vez un campesino que quiso proponerle al Génesis

la versión dolorida de la creación del mundo.



Zona B:

Tal vez un día, de continuar así las cosas, cualquier paloma identificará al halcón con Israel, ese gobierno déspota que lava con sangre de inocentes la culpa colectiva que nos imponen las creencias.

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