Fui a visitarle al hospital,
su alma estaba enferma, el color de miel
aún le duraba a pesar de los meses
que llevaba sin tomar el sol,
los ojos líquidos como surcados por arroyos invisibles,
leía a ratos un libro de aforismos, buscando acaso
superar el muro de la continuidad que mantenía su salud
entre barrotes, él ya no hablaba, pero el dolor a veces
le hacía vomitar palabras que no existían o que yo
no había llegado a conocer, el arrebato lírico
que aún ardía en su interior y que asomaba
como las fumarolas de un volcán adormecido.
Zona B:
Si raspamos del hollín religioso a la leyenda bíblica nos queda la enseñanza de una historia oral con capítulos aplicables a este momento, con un cambio de papel en los actores (ver esos pasajes a los que se refiere el salmo "Super flumina Babylonis", donde otros son los desterrados).
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