Un árbol,
un trazo a carboncillo en un papel en blanco,
el invierno se ha cebado con él dejándole sin hojas,
luego los hielos y la niebla
lo han hecho sentirse forastero,
un día vino el leñador y vio mi marca roja
y me taló, me convirtió en madera para el fuego,
y terminó aventando mis cenizas,
pero mi sitio sigue ahí,
nadie lo va a ocupar porque esa tierra
sigue albergando mis raíces.
Zona B:
Va a costarle mucho esfuerzo al sionismo militante lavar la marca ignominiosa que la sangre de miles de inocentes ha dejado en su imagen. Otra cosa es que quieran intentarlo.
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