jueves, 13 de febrero de 2025

En ese asfalto mordido por la sal y por el hielo se desparramó la sangre de una cabra atropellada por un coche; quedó una sombra entre rojiza y malva que de algún modo recordaba el cuerpo de un lagarto al que las ruedas de los coches hubieran aplastado hasta dejarlo reducido a una sola dimensión

 




Huir, huir de aquellos sones,

escapar y taparse los oídos

para dejar atrás sus melodías,

sus improperios ya abducidos

por la gregaria tradición

sometida al tiempo y sus embustes,

la espinosa austeridad de Clapton,

el desgarrón agónico de Cocker,

la lluvia corrosiva de Bob Dylan

o los Beatles o Stons apechugando

con la piedra de Sísifo hasta hacerla

rodar por la pendiente de Pink Floyd,

al este el gregoriano comercial

y los collares de abalorios

ahogando las gargantas al oeste, 

mientras se oye llorar el tantum ergo 

que acompaña al cestillo con los céntimos

para la colecta parroquial.



Zona B:

Se hace muchas preguntas Bernhard Schlink en su novela La nieta, una de ellas es si los judíos habían hecho cosas malas cubiertos con el kipá o los neonazis equipados con la camiseta de Thor Steinar. No hay atuendo que solape la maldad porque el desnudo la deja al descubierto cuando nos sentimos individuos, no miembros de un rebaño sin conciencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario