Huir, huir de aquellos sones,
escapar y taparse los oídos
para dejar atrás sus melodías,
sus improperios ya abducidos
por la gregaria tradición
sometida al tiempo y sus embustes,
la espinosa austeridad de Clapton,
el desgarrón agónico de Cocker,
la lluvia corrosiva de Bob Dylan
o los Beatles o Stons apechugando
con la piedra de Sísifo hasta hacerla
rodar por la pendiente de Pink Floyd,
al este el gregoriano comercial
y los collares de abalorios
ahogando las gargantas al oeste,
mientras se oye llorar el tantum ergo
que acompaña al cestillo con los céntimos
para la colecta parroquial.
Zona B:
Se hace muchas preguntas Bernhard Schlink en su novela La nieta, una de ellas es si los judíos habían hecho cosas malas cubiertos con el kipá o los neonazis equipados con la camiseta de Thor Steinar. No hay atuendo que solape la maldad porque el desnudo la deja al descubierto cuando nos sentimos individuos, no miembros de un rebaño sin conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario