Se apoya ahí,
contra la jamba de madera esculpida
que alguien rescató de un contenedor,
la puerta está entreabierta y sus ojos
se entrecierran con rictus de avezado jugador,
tratan de ocultar el signo de su suerte
tras el abanico de las cartas, el trébol tembloroso
de la inocencia sometida a estricto entrenamiento,
no mirar, sino captar el aire y destilarlo
de humo y alcohol, guardar el filo del puñal, la pica,
en la ajustada manga y camuflar el rojo del diamante
con una excusa, oh, me sangra la nariz,
y hacer volar las alas de un pañuelo
como saludando al ángel que acaba de llegar
con whisky nuevo y un aroma a la madera inverosímil
de jamba antigua sobre la que alguien esculpió a navaja
un signo oscuro que nadie ha conseguido descifrar.
Zona B:
Ahora el imperio cerrará el grifo a Egipto y a Jordania si no aceptan el cupo de palestinos desterrados que se les asigne. Truman no se anduvo con tanto remilgo: le encomendó el trabajo a Little Boy.
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