Esa antigua atracción,
imán oscuro por el agua infinita,
un océano gris donde internarse y ahogarse lentamente
acompañando al sol en su suicidio vespertino,
no nadar ni siquiera intentar seguir a flote,
como mucho evitar que la sal te haga llorar
y enturbie tu mirada,
que puedas ver con nitidez cómo termina
lo mismo que empezó, pasar de luz redonda a media luz,
de naranja completa a triste gajo de color atenuado,
y que todo suceda mansamente, sin dudas ni preguntas,
sin buscarle más explicación que la que ofrece
la vela al apagarse.
Zona B:
Palestinos: daos prisa en reconstruir vuestros hogares, dejad bien claro que la vida sigue ahí, que sois y seréis los vencedores de esta carrera contra la muerte. Ellos volverán a destruir, cualquier pretexto sirve al lobo para acabar con el cordero.
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