Supe allí que dibujaba
el asa fugitiva de un cántaro sobre el agua quieta,
el tallo curvo de una planta tropical,
no se asomaba el cisne, era yo que introducía
mi dedo en la frescura mañanera del lago,
quería saber cómo se siente el creador,
el demiurgo que saca de si mismo las imágenes,
crecer con el dibujo, despertar una flor entre la hierba,
diseñar un insecto nuevo o estamparle
a la piel trasparente del arroyo una decoración inmaterial,
el alma de algo que ates no existía y la costumbre
irá haciendo familiar,
como entrar en el aire de un museo
y reconocer figuras que aún no tienen nombre
ni siquiera un ligero parecido con la repetitiva realidad.
Zona B:
Viene ahora un Dante de pacotilla a decir que los palestinos que se acojan a su propuesta de destierro ya no podrán volver. Como crear un nuevo infierno y colgar sobre la puerta el cartel "abandonad toda esperanza".
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