martes, 16 de agosto de 2022

+ Crónicas urbanas

 



Tal vez se tarde demasiado

en descubrir la humillación de la calzada

de adoquín militar, con vías de tranvía surcándole la piel,

ir desde el solar de tierra

al centro suburbial de la ciudad y hacerse

fotos efímeras en los escaparates

de las tiendas de ropa, así abría

mi posición al enemigo

que dormía en mi cama enmascarado 

en la aspereza de unas sábanas de lienzo sin domesticar,

así cubría con dificultad las parasangas

de aficionado a la distancia

devorando caminos en los libros

a los que había que despegar las páginas con abrecartas,

cada día

un zij zaj de trinchera y cada hora

un recordatorio avergonzado 

del recitado gregoriano que resumía aquella guerra,

resurrecciones, natalicios, bodas de rusticidad urbana, 

lenguas resistiendo el esmerilado del decir 

y todo por poder alzar las manos cada mes

con el muérdago denso que amansaba

la toxicidad de las comidas 

y nos permitía acostumbrarnos

a pagar a plazos el esfuerzo

de morir un poco cada día.

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