Hoy sigo apreciando esa cicatriz que alude
con pretendida heroicidad al tiempo ciego
de la cobardía y el temor,
secó la sangre el viento y la memoria
dejó de hablar de plácidas batallas
al estilo de Uccello
donde nada cruento sucedía,
las heridas nacían ya cerradas
y el dolor ausente se suplía
por una música de fondo,
como el miedo mirado en un espejo.
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