No curaré tu mal,
lo tuyo es incurable porque huele
a santidad antigua o a secreción de místicos vapores
mezclados con la sangre de un martirio
de leyenda dorada,
tomaré una gota y analizaré su viscosidad,
el grasiento tacto entre los dedos
de los portantes ramos olivarum,
si la rueda gira sin chirridos
la tortura será sólo espiritual,
sin efusión de sangre y dejará en el aire el magnetismo
que hace levitar a los enfermos
con exceso de lastre y gravedad.
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