Para ser hoy así,
tan firme en tu calidad de trozo,
antes tuviste que aceptar el reto de la destrucción,
entrar en la parálisis de una vida de objeto
que renuncia a su lugar en la cocina,
también has renunciado
al alto nicho donde las cerámicas
nobles se revisten tibiamente
de un halo de divinidad, tuviste
que afrontar el ciego pánico
del choque con el suelo, como el astro que cae
y se transforma en fracturado firmamento
de brillos aplazados,
compartir la miseria
de las migas de pan y hacerte
un hueco en el silencio subterráneo
para que los siglos ciegos del futuro
puedan leer el braille de la antigüedad.
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