La pieza vive sola,
se emancipó hace tiempo y mira
con asombrada placidez la marcha
cronometrada de la máquina,
una
chispa de luz se ha colocado
como vanguardia partisana
sobre un ángulo cromado de su caparazón,
quiere parecerse al surtidor
que brota de la mística vorágine
con que Bernini cinceló el orgasmo
del mármol blando de santa Teresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario