Cómo hay que mirar
cuando alguien cubre tu cara con la sábana sin decirte nada
y no permite
que tus ojos pregunten -ya cerrados-
por el siguiente paso del ceremonial,
la persiana aún consiente ese rumor de líneas blancas
sobre el sudario,
nadie dice nada
y todo lo presente se disculpa -está de sobra-,
tus ojos -ya cerrados- se preguntan
por cómo han de mirar y nadie dice nada,
acaba de apagarse la pantalla y una línea recta
marca el curso al asustado río de la vida,
y nadie dice nada,
si pudieras mirar al exterior
verías el número familiar de tu autobús
girando en la glorieta
como si preguntara por la dirección
de ese lugar que llaman paraíso,
y nadie dice nada.
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