Así es el cielo por aquí,
vidrio de necesidad o de capricho,
prisión residencial de un dios de plomo
o de un plumoso vendaval, un fuego
verde en los árboles tempranos
o rojo y amarillo en el otoño
según vista a nogal, cerezo o arce,
según suene la música
o el silencioso pulso de los pájaros,
lluvioso y hosco o lúcido y jovial,
según la diagonal con que las gotas
de lluvia hagan cortina
o desnuden al sol de su arco iris,
el aire nuestro que se filtra
como daga benigna en los pulmones,
cirujana o viral, purgante o séptica
para hacernos sentir reyes o esclavos,
así sería el cielo por aquí
si llamáramos cielo a lo que es aire.
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