Repetiré esa música cien veces,
antes de que llegue el sueño,
mientras tanto las nubes seguirán hablando
de sus lejanas amistades con el guardián del sur,
de una punta a otra de la cárcel,
qué intenso y pegajoso es el grafito
de esta noche de agosto,
ya hace horas que llegó la orden
de apagar la luz y el tiempo tiembla
como gelatina oscura,
de fuera llega la música pautada de los grillos,
ellos no saben más, aunque se esfuerzan
y logran distraernos,
en los barrotes poco importa de qué lado golpees,
suena siempre a cerrado, algunas veces
con rumor de aljibe, otras sólo a desesperanza,
nadie va a liberarnos, pero me consuela pensar
en la escala de cuerda que los grillos
han hecho llegar al ventanuco
para que por ella pueda descolgarme
y tener unas palabras con el celador.
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