No vendré a llorar aquí
vuestra ausencia presente, piedra viva
os guarda y certifica
con voluta esculpida los matices
innecesarios de una era
a todas luces caducada, y esa
misericordia amarillenta
del liquen no consigue
mitigar el dolor ennegrecido
que van dictando letra a letra
los nombres, fechas o anagramas
de lo que intenta perdurar.
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