Aunque las arenas vuelvan
a multiplicarse y hagan
el milagro del oro,
seguiremos siendo pobres,
aunque este sonido
de baqueta frotada nos recuerde
la expectación circense del milagro,
continuaremos siendo incrédulos,
aunque aquella edad del color rojo
termine sin llegar a sangre
como una arquitectura que se erige
en definitiva habitación,
nos mantendremos siempre a la intemperie.
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