Qué diría tu cadáver conducido en alto por la multitud
mientras baja con dificultad las escaleras sin barrer del metro?
recuerdas vagamente al pordiosero que sin citar a dios ni usar palabras
pide unas monedas con que alargar la luz del día,
pero sólo ese trapecio irregular que flota sobre un río de manos
tiene derecho a bocadillo en blanco,
el cómic de tus días de gloria ha quedado reducido
al manteo del entrenador que ha decidido fichar por el eterno rival,
y oculta su traición tras el sudario
no demasiado limpio de su color original.
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