lunes, 29 de noviembre de 2021

Altas cumbres

 

Los pastos huían de nosotros

a medida que aumentaba la altitud,

sólo flores menudas y pequeñas piedras de caliza

se resignaban a ejercer de alfombra,

éramos rebaño y en la hierba

se propagaba con sordina 

un deseo feroz de abandonar los pastizales

y convertir la luz en cierzo bufador,

con esa incierta luz nuestra mirada

atisba movimientos en la quietud calcárea, 

pero nada se mueve,

la norma del rebeco es esconderse,

nosotros los humanos escondemos

la poca humanidad que respondía 

con admiración a las volutas

del águila reinante, por el aire 

nos llega su silbido de flecha intermitente:

no por mis pagos, por mis pagos no. 


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