Ciudad universitaria,
un busto de piedra anda por ahí
comparándose con bronces y metales
de pátinas diversas,
reparo en los ijares del caballo
del relevo de antorcha
que envían un mensaje sensorial
a las palomas apostadas en la pileta de la fuente,
volver ahí para asomarse
al inicio de curso con el alma
sin escribir aún, como las páginas
centrales del cuaderno,
escuchar los proyectos silenciosos
que llenan las carpetas y dejarlos dormir
para que lleguen a la edad del desvelo
con su ignorancia virgen asomándose
al ventanal de la biblioteca.
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