(Carmen Laffón en la calima)
Cuento con tu paciencia,
con el lujo de tu mirada predispuesta
al detalle moroso cuando pasas
los dedos por la cal y aprecias
el escozor de la rugosidad o el tono
del azulete refugiado en la sombra
del mínimo detalle,
cuento
también con las papilas
gustativas de tu memoria
cuando el granulado azul de las salinas
arma su revolución en la marisma de la lengua,
el sol subido ahí, reinando
sobre el zigurat remoto de la bruma
como una bella historia
que todos quisiéramos oír.
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