"habíamos sentido la gloria intrusa
que las lágrimas reservan aparte". (W. H. Auden)
Hay que lograr que alguna vez
el sol se quede con nosotros
y no obedezca a la rutina del atardecer,
el tiempo tañe ese metal dorado de los días
pero no logramos conservar en la memoria
el gran sonido de la eternidad
medida a nuestro modo, en porciones pequeñas,
muchos más sabrosas
que la vida elongada de los dioses,
cualquier amor es compatible
con la acidez de la nostalgia, sobre todo
si ese amor ha terminado
en el mal olor que deja toda inundación
y te has visto obligado a refugiarte
"en los suburbios de la disidencia".
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