Esa administración quirúrgica del hielo
que embalsama la vida de los árboles
y los hace inmortales,
esa economía falsa de la luz
que apaga los fulgores
del sol y multiplica por mil
las mil acículas civilizadas del cristal,
esa indigencia opípara de los llanos nevados
con la línea sucia de la carretera
como punto y seguido para la imaginación,
qué más le pides al invierno, el albacea
avaricioso de la nieve, el padre
adoptivo de los cuervos, ellos
esmaltan con su irisado azul
la contradicción de la blancura.
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