jueves, 11 de noviembre de 2021

Elogio de campo y menosprecio de ciudad

 


Desde que regresé me agobia

una pena cursiva, con su música torpe

y su relato avergonzado,


como égloga podría aparecer prendida

de los alambres del cercado

imitando la lana que las ovejas dejan

a manera de ofrenda para aplacar la furia

de los vientos del norte,


qué le queda a ese mar tan denso,

el de los robles y las hayas, que me obliga

a convocar, como Virgilio,

a dríades y a ninfas para que ardan

en corro junto a mí, cerrando el paso

al cierzo y a la nieve días antes

de que llegue el invierno?

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