Días de sol en las Batuecas
Si alguna vez el eco del halcón
regresara dando por finalizado su periplo,
vendría aquí, este es su nido
y aquí vive la piedra de la que su memoria se alimenta,
sus ojos brillan
con el furor del cuarzo, fijan el alcance de su honda
en la hondonada protegida
por el amor oscuro de la vegetación,
la sombra es su aliada porque ayuda
a diferenciar el miedo del que huye
de la confianza de lo que nunca muda,
por eso flota, como el alma
de la madera tras la batalla con las olas.
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