En estos días de canario ciego
en los que el sol pone en la piel
una dibujada quemadura
me gusta imaginar el ruido
cartujo de las aguas
huyendo bajo trasparencias
de hielo azul, burbujas prisioneras
como los ojos de las ranas
antes de despertar de su invernía
para llenar las tardes del verano
con un sonido que recuerda
al raspado de maderas huecas.
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