Te invitaría a compartir conmigo
un coctel de mentiras
sentados frente al mar
en una tarde a punto de acabar hundida en sangre,
pero no domino el arte de la mezcla,
la alquimia me dejó tan huérfano
que sólo alcanzo a vislumbrar
la soledad extrema de la piedra
filosofal donde mi Excalibur
oxida el corazón de la leyenda.
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